"LEXICARIO" TAURINO

Palabras que forman parte del lenguaje de la tauromaquia

Ole: Rastros paleográficos y teoría grafológica

De la caza y el miedo a la primitiva escritura. El antiguo toro (¿Uro?) como protagonista. Fonética y jeroglífica.

Como antecedente de los primitivos lenguajes, entre otros del arameo (relacionado con el anterior, el cananeo), se encontraría en la arqueología un tauromorfismo como inicial carácter de la escritura paleográfica que daría, ulteriormente, origen a la letra A y similares de alfabetos relativamente vinculados.

Puede suponerse, es decir, es solo una especulación, que para los primeros pasos hacia la escritura arcaica, para la más elemental comunicación humana, hubo que escoger por la población primitiva como prioridad, una voz que significara alarma. Se haría con un fono fácil (algo así como, a-a a-a-a), el más simple que diera a entender la presencia o proximidad de peligro.

Como continuación de la fonética a la escritura, la elección para representar a esa voz (a-a) que advertía del peligro, como alarma, el siguiente paso fue la representación del animal peligroso, del toro que cumpliría de sobra con dicha intención.

Por extensión, su reproducción gráfica o jeroglífica serviría también para lo relacionado con sus movimientos o entorno próximo. Nos encontraríamos en los primeros tiempos del Antiguo Egipto.

PRINCIPIO Y FINAL DE ACROFONIA

Nacimiento de la letra “A” en el inicio de las antiguas lenguas.

Como un primer paso para el comienzo de la escritura sería, por perentoria necesidad, aquel signo que representase el episodio circunstancial de advertencia. Es por ello por lo que aparece el primer carácter gráfico, el símbolo táurico, como forma más que justificada para representar la voz de alarma (90) cuyos sonidos iniciales podrían haber sido (de a-a-a) más o menos guturales.

Se quiere decir, siempre como hipótesis, que para el paso de la fonética primitiva a las inscripciones consiguientes sirvió, como un primer módulo para esas más que incipientes escrituras, como un primer signo para el ulterior desarrollo de las demás formas literales en cada una de las principales regiones del Oriente Próximo, un tauromorfismo (forma arqueológica de la cabeza del toro).

Seguiría en esas poblaciones (etnias) distintas variaciones grafológicas a través del tiempo, hasta su transformación final. (Signos similares con parecidos sonidos). Se representaría (gráficamente) de esas maneras, por su primitivo y claro simbolismo, la voz de miedo (alarma o aviso) a-a-a, la sonorización más fácil.

Se interpreta la utilización de la figura taurina como antecedente pictográfico o protovocal, la primera por “urgente” letra A.

Pricipio de Acrofonía, hacia la derivación Ole como final

Pricipio de Acrofonía, hacia la derivación Ole como final

 

Significación

Este signo arqueológico, el referido como figura táurina, es un dibujo de la cabeza del toro (¿Uro?). Se representa ésta de perfil pero con la cornamenta de frente (toro copado) y como se ha deducido, serviría de señal ejemplar (jeroglífica) para la reproducción gráfica de la referida voz de temor, a-a a-a  y, por extensión también como aviso, para efectos próximos vinculados. Por ello, constituye un primer hito, esta representación animal con este origen preventivo, para lo que sería la   escritura en su inicial fase jeroglífica (pre-alfabética).

Sería oriundo este signo-señal de advertencia, de un territorio peligroso, tanto por la presencia de rebaños salvajes como de animales de   caza, también peligrosos.

Con el paso del tiempo, esta inicial simbología de precaución, elemento simple, se iría acompañando con otras figuras: los sucesivos grafos de la paleo-escritura jeroglífica para reflejar o trasmitir las primeras impresiones o mensajes en la cultura del Antiguo Egipto donde, como se dice, tuvo su origen esta primera señal del astado.

El signo táurico del país de Al- Khemis (1) se sitúa pues, como primer artefacto del lenguaje escrito. Fue paulatinamente evolucionando en sus trazos originales, siempre, naturalmente, como primera e incipiente vocal, al tomar varias direcciones geográficas y alcanzar por los diferentes caminos de la historia antigua su destino. Terminaría modificado de diversas formas diversas en las lenguas, etiópica, arábiga, hebrea, griega, latina… hasta el sánscrito, dejando atrás formas pictóricas intermedias – en una especie de plural dicotomía – las respectivas del primer fenicio,  del arameo o del indú primitivo,  según qué orientación meridional  e itinerario siguiera.

Morfologías

Esta inscripción tauromórfica como germen de la primera vocal fue, como se ha referido, sucesivamente cambiando sus trazos iniciales en las diferentes culturas para terminar en dos vertientes netamente separadas, las indoeuropeas y las africanas, etiópica, etcétera. Y, consecuencia de estas derivaciones fueron las modalidades Alef (arábiga) Alef hebrea(s) y A (latina).

Tan solo la vocal etiópica conserva parte del arco de las astas de la cabeza del toro. Podría interpretarse que la presencia de las terminaciones en la Alef de la escritura hebrea (de presentación), como cortas pinceladas, rememorarían las astas del primitivo glifo táurico.

Como se ve por todo lo anteriormente referido, sería el fonema más elemental que ha dado origen a la vocal “a”, signo simple de la escritura, el que estaría “directamente”  relacionado con el toro.

Y volviendo al entorno taurino, en resumen.

La sucesión que comenzó con el tauromorfismo (el glifo de la cabeza de toro que se pronunciará como exclamación ¡a-a-a!), siguió con lo que sería  letra A, preformada en sus sucesivas variables étnicas, dando lugar, como derivadas, a las  sencillas  voces de: El,  Al(a), Al(ae) y Ol(e), convergentes.

Cabría por tanto deducir en los tres casos, por sus respectivas génesis, como se ha descrito, su connotación táurica común.

Principio de Acrofonía: Hacia la derivación Ole, como final.

 

NOTA:

Este glifo, como precedente de la A, representa el dibujo de la cabeza de toro en perfil izquierdo, con las astas de frente para mayor identificación.

Algunas de las sucesivas inscripciones derivadas de él han conservado estilizado, como remate del símbolo, el arco de la cornamenta (p. e. en el etiópico, arábigo primitivo; parecidas formas en caracteres hallados en el Sinaí, Al – Khemis (Egipto)).  Este origen y evolución de la letra A se ha estudiado. La relación de esta vocal con la cabeza de un toro parece responder como se comenta en el texto, más que a una cuestión de pastoreo, a una situación de intimidación.  Sería el motivo más justificado.