Si repasamos la historia de la tauromaquia veremos que está llena de momentos difíciles, momentos de acoso y derribo, momentos de persecución, momentos en que las cosas se ponían para tirar la toalla.

Los Estados, los gobiernos, la Iglesia, los reinos de aquellas épocas, la nobleza, los regímenes políticos… todos querían exterminar la tauromaquia de entonces, acabar con estas fiestas en las que participaban los animales salvajes, bravíos, los toros en una palabra. Estos acontecimientos con estos tipos de fiestas que organizaba el pueblo llano y sencillo nunca fué bien visto por las altas esferas. Estos eran organizados en fechas que elegían aquellas masas populares de campesinos, obreros, esclavos si es que se lo permitían participar. Fechas elegidas al azahar unas veces y en otros momentos claves en sus costumbres locales.

La Jerarquía de entonces en definitiva no lo veía bien, no lo aceptaba, trataban de suprimir todo lo que el pueblo llano y humilde organizaba para su diversión, por lo cual ellos no eran los protagonistas, no lo organizaban, no eran los que se colgaban la medalla.

Tachaban de todo a la tauromaquia más popular, más antigua y vulgar por ser fomentada por las clases sociales. Para el pueblo tenían gran importancia de divertimento y celebración. Eran grandes días de fiestas popular, era un gran eslabón de unión entre todos, participantes y no participantes, vecinos y visitantes, conocidos y amigos.

En el fondo se prohibía porque querían tener el protagonismo total las clases altas gobernantes o con poder. No faltaban momentos para poner toda clase de argumentos y trabas argumentando el suspense de la misma. Cuando conseguían ser TODO en la Tauromaquia transigían y era buena la Fiesta.

Así han sido la multitud de vicisitudes por las que pasó la tauromaquia y nunca estuvo exenta de otras muchas dificultades para su desarrollo normal. Siguió adelante hasta nuestros días.

Por lo tanto, en este tiempo que vivimos, no pueden faltar los detractores de la tauromaquia de una forma u otra. Evidentemente en el fondo con unos intereses populistas, ideologías separatistas, con una falta de respeto al pueblo mayoritario, saltándose todas las normas democráticas habidas y por haber de lo que quieren los ciudadanos, no teniendo en cuenta los beneficios económicos que aporta al estado, olvidándose lo que aporta la dehesa y el toro al medio ambiente, ignorando por completo el reconocimiento cultural en su más amplia dimensión de la palabra, tirando por la borda a los miles de empleos y profesiones que emplea la tauromaquia, olvidando el patrimonio arquitectónico y urbanístico de plazas de toros y museos que pueblan España, eliminando todo tipo de industrias que giran en torno de la tauromaquia… no hay peor ciego o sordo que no quiera ver u oír.

Y como siempre ha ocurrido cuando se llega al poder por intermediación, no por mayoría, se aprovechan y sacan aquellas leyes que den a la tauromaquia la puntilla definitiva: CREAR POR LEY UNA DIRECCION GENERAL DE BIENESTAR ANIMAL. Que forma más baja, más antidemocrática, más rastrara y sibilina de querer erradicar la Fiesta Nacional de España. La Fiesta por antonomasia del País, a nivel mundial, del pueblo. Es penoso ser gobernados por ideologías antagónicas al pueblo mayoritario, a la sociedad y que traten a tanta sensibilidad y cultura de esta forma nefasta, ciega, sin escrúpulos, sin acierto político…

Con todo lo expuesto brevemente hay que reconocer que la tauromaquia pasa por unos de sus peores momentos de su historia. Uno más, pero muy grave y de futuro muy incierto por no decir caótico, finalista a corto y largo plazo.

La sociedad se está convirtiendo a ser cada día más animalista y menos humanista. Los perros, los gatos, los animales domésticos son la estrella a proteger por la sociedad hoy día. El rey, el ser supremo de la creación está quedando en un segundo lugar. Diariamente nos llegan por las redes sociales fotos e imágenes de niños y personas que no tienen que comer ni agua para beber, viéndolo normal y sin darle más importancia.

Ante todo esto ha tenido que aparecer un virus, el coronavirus, para ser colaborador número uno con nuestra casta política para ser los actores principales en dejarnos sin Fiesta Nacional y crear una ruina vital y total, de descabello para nuestros ganaderos, profesionales de la tauromaquia y todo el conglomerado que directa e indirectamente vive y gira alrededor del mundo del toro.

No nos equivoquemos que pasamos poco a poco a desaparecer, a quedarnos sin Fiesta Nacional. En ningún aspecto corren buenos aires para que esto siga en vigor y podamos tener toros en todas aquellas fechas claves de los pueblos y ciudades de España. Multitud de festejos de diverso calado desaparecerán, ya están desapareciendo si miramos a nuestro alrededor.

No quiero ser más pesimista, pero hay que hacer ruido constantemente para que no decaiga y desaparezca la fiesta brava, la raza del toro de lidia, nuestra cultura taurina que nos define en muchos aspectos como españoles, andaluces, profesionales, etc.

El ruido si se hace como en estos momentos con ese “paseíllo taurino”, nos respetaran algo por un tiempo, el resto ya no lo veremos nosotros. Si nosotros no permitimos este fraude a todas luces de los gobernantes, a lo mejor dejaremos algo para nuestros hijos y nietos. Si queremos fiesta taurina defendámosla como algo nuestro, algo cultural, algo de nuestra historia, algo heredado de nuestros antepasados, algo que no podemos perder.

Manolete y su Cuadrilla

Juan Parra Romero

Secretario del Liceo de la Tauromaquia