Dos amigos, Francisco de Goya y Nicolás Fernández de Moratín, demasiado imaginativos

La gran difusión que la pintura de Goya tiene en el mundo es también compartida por sus célebres grabados, los aguafuertes de la Tauromaquia.

Francisco José de Goya y Lucientes

Parece ser que fue el poeta de Fiesta de toros en Madrid quien convenció al artista aragonés para que realizara la serie de aguafuertes de la Tauromaquia de la que E. Leizelet en París se encargó de realizar una magnifica reproducción, cuarentas planchas muy diferentes con una misma temática. En algunas de ellas por la intensidad de un protagonismo orientalizado se trasladaba explícitamente la “vitalidad centáurica” de Américo Castro de la historia medieval española de la Reconquista, como inspiración creativa, a favor del invasor. A través de Goya y por ello la Tauromaquia, la Corrida, se ha interpretado como creación árabe. No es así.

Lo investigado

La obra encargada por el príncipe Pignatelli al escritor Nicolás Fernández de Moratín anteriormente citada, sería solo el comienzo de otras indagaciones sobre el origen de la que el Conde de las Navas a finales del XIX y el célebre novelista norteamericano Ernest Hemingway calificaron como, la Fiesta más nacional.

El texto titulado “Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España” abría la puerta a intempestivas interpretaciones sobre un posible legado sarraceno. Una hipótesis ésta en franca oposición a la creencia del origen genuinamente hispano, de descendencia prehelénica “vía circo romano”, de las Corridas de toros como creación original, la de la llamada lucha taurina, declarada autóctona por más de un investigador.

Nicolás Fernández de Moratín

Como primera causa, la ficticia interpretación poética

Una Tauromaquia (fue esta palabra un culteranismo nacido en el siglo XVII) como versión poética en su modalidad caballera se había publicado entonces por Fernández de Moratín con el licencioso  protagonismo de El Cid,  el personaje más legendario  de nuestra  historia.

Rodrigo Díaz de Vivar entra en la imaginación del pintor

Fue en esa figuración, por su ambientación, que el amigo del poeta, el pintor Francisco de Goya, contagiado se inspiraría en parte, en un imaginario teatro de la Reconquista, para producir los célebres grabados, la celebérrima Tauromaquia, incorporando junto a dos conocidos personajes históricos – el de Vivar y Carlos V – moros o elementos mamelucos en la  serie de sus originales y se diría, violentas planchas. El pintor, para esos singulares episodios tal vez tendría como inspiración acompañante para emprender su desigual obra seriada, un pretérito recuerdo, el de la celebración por el sultán de Granada de una Corrida de toros con ocasión de la circuncisión de su hijo… acaecida en 1354.

El Cid Campeador alanceando un toro

La inventiva de la Corrida a análisis

Sin embargo, no deja de ser, tal como se dice, mera anécdota el pretendido por algunos  legado muslim para la Tauromaquia, para la Corrida, pues convence, es suficiente razón histórica el hecho de que las gentes de la  España anterior al periodo islámico tenían –  además del arco de herradura original para sus obras monumentales – lo que fue característica propia, diferencial: la invención y la aventura individual; no la actitud  de  seguimiento o aceptación, ésta  de reconocido  corte oriental.

Por lo tanto, durante la Reconquista, la vida diaria desde los limites geográficos o poblacionales de Al Andalus hasta la frontera cántabra o los Pirineos se mantuvo fiel, durante siglos, a esa preparación ideológica hispánica en el quehacer de la persona que – ello era inevitable –  contagió paulatinamente al invasor, más en la España central más pronto reconquistada que en la meridional, hasta el final, restante.

Moros capeando en un cerrado

El gran historiador Claudio Sánchez-Albornoz hace gala tanto en La España musulmana como en España un enigma histórico de una fina disección analítica sobre la oposición que existió entre los caracteres de ambos pueblos, el hispano romano transgresor y el oriental, éste tan creyente y perseverante en la idea de la aceptación. Es por ello por lo que el célebre historiógrafo demuestra imposible el encargo de cualquier invención cultural, por parte del individuo musulmán y por tanto de esta población tan sumisa, en todo y entonces, a los designios de Dios. En consecuencia, se deduce que la creación de los episodios de la Corrida es cuestión genuinamente hispana.

Si Goya hubiera resaltado un corte mozárabe en los protagonistas, atuendos incluidos, para las escenas de su Tauromaquia no hubiera dado lugar a la posterior controversia. Ha sido su atrevimiento, la encarnación  en la lidia de los personajes moros como protagonistas, la que ha servido para creer por algunos, la pertenencia islamita de la Corrida.

Las láminas tituladas por E. Leizelet “Moros capeando en un cerrado”, “El origen de las banderillas o arpones”, “El valeroso Moro Gazul”, “Moros establecidos en España eludiendo preceptos del Corán, toreando”, y “Moros que capean con albornoz” han sido las representaciones goyescas que han dado origen a la equivocada  génesis de la Corrida al considerarla como invención de procedencia oriental.

Origen de los arpones o banderillas