Mujeres toreras, de nuevo el valor femenino revive en la tauromaquia

El advenimiento de las mujeres, con intenso protagonismo, a todos los sectores profesionales de la vida, representa, en nuestros días, se diría, un “final de conquista”. Un hecho de evidente justicia, pero por tantas dificultades vencidas es también el término de una cadena de episodios superados, la mayoría de las veces, admirables.

Como una premonición lejana en la distancia y mucho más en el tiempo, las frases del escritor romano:

 “Examinad todas las leyes relativas a las mujeres con las que vuestros antepasados sujetaron las libertades de las mismas y mediante las cuales las sometieron a los maridos. Y aún estando limitadas por todas estas restricciones, apenas las podéis dominar. ¿Qué ocurrirá si les permitieseis desbaratar esas leyes una a una, dislocarlas, y, en fin, que se igualasen a sus maridos? ¿Creéis que podríais soportarlas?” En cuanto comiencen a ser iguales, serán superiores”.

(Tito Livio, XXXIV, III. Ab urbe condita)

Ese excepcional binomio definido en las primeras páginas de este libro, el de Arte -Valor, tiene plena vigencia en el caso de la mujer a la que se nombraría con serios motivos como “mujer coraje”.

El valor atribuido genéricamente al hombre es ya simple anécdota. Hablar del predominio de la funcionalidad del hemisferio derecho como justificación a la predisposición masculina, no pasa de ser mera intención.

Actuaciones históricas valerosas de la mujer defendiendo causas nobles con toda clase de dificultades imaginables y utilizando todos los medios a su alcance, han sido proclamadas como ejemplares a lo largo del  tiempo, aunque siempre tardíamente.

Los casos de rebeldía o de templada valentía, afrontando grandes peligros, revelándose solas contra la sumisión establecida van, por principiar, desde Isabel de Castilla, Juana de Arco, Agustina de Aragón, “al pie del cañón”, Mariana Pineda a, Teresa de Calcuta en su heroica, perenne y benéfica lucha personal a favor de los necesitados que ha durado hasta… casi nuestros días. Estos nombres por citar solo unos ejemplos.

Ahora, en nuestros días, en un intento de resaltar el valor de las mujeres, para hablar de sus tauromaquias, he encontrado cierta similitud entre la vida torera de nuestra Cristina Sánchez y la de piloto, de Jean Batten. Igualmente, en este paralelismo temperamental, podría incluirse el caso de la también antigua torera Juanita Cruz compañera en el ruedo que fue, en al menos dos ocasiones, de Manuel Rodríguez Sánchez, Manolete (1).

Cristina Sánchez “doctorada”, es quizá el ejemplo más próximo de esa voluntad férrea para su victoria como “maestra” del Toreo venciendo a toda costa, numerosas, provocadoras e intransigentes situaciones profesionales. Por todo esto en el recuerdo, no me he podido resistir a la tentación de hacerla compañera de aventura – salvando las distancias, tierra y aire – de Jean Batten, en un intento de comparar sus respectivas hazañas plenas de tenacidad y valor, una  en la Tauromaquia, otra  en la aviación.

Si la Batten escribió su autobiografía “Sola en el Cielo” (2), Cristina bien pudo, para rememorar esos duros y difíciles primeros años, haber escrito la suya como, “Sola en el Ruedo”.

Y nos sirve para el caso de Cristina la frase con la que se refería Elisabeth Hogarth a la famosa hoy, aviadora inglesa: “El modo en el que las mujeres fijan sus estándares es diferente. Tienen aspiraciones, pero no tienen el ego que tienen los hombres. Somos más cuidadosas, más consideradas y más seguras.”

La Batten se enfrentó al sexismo. Cristina también. Hogarth había añadido sobre la tremenda oposición a la aviadora: “Llegó a Sydney y básicamente nadie quería que continuara porque batiría un nuevo record que ningún hombre había conseguido…” y continúa:”Si eres mujer nada gira en torno a tus logros, sino en torno a tu aspecto físico y a que ropa llevas”… y termina: “Ella fue una de las primeras en sufrirlo” (3).

Del Valor: Un poco de neurofisiología

El enfoque biológico para esta loable característica humana, para el valor, para ambos géneros, no es otro que el de aceptar la combinación de la genética, la estructura innata pre-dispositiva con el espíritu de superación. Una actitud psicológica ésta que no puede ser privativa de ninguno de los géneros. Todo lo demás sobre comportamiento general es lo común, lo conductual.

Para esa actitud, el entramado de circuitos neuronales adyacentes al Sistema Nervioso Central (el Sistema de actuación voluntaria) que se ponen a disposición de la mente ordenante, sirve como estructura algo laberíntica, para conseguir un especial pero autoritario deseo: la “voluntad de ser valiente”. 

Para el acto del valor, en un breve tiempo, se habilita en el organismo ese “tendido químico especial”, como red especialmente impregnada con determinados neurotransmisores para que, a su través, se efectúe la imperativa orden mental.

Esta red, por su impregnación en proporciones determinadas para cada uno de los neurotransmisores más representativos del episodio neuropsicológico del valor (4), inducida por la mente, proporcionaría la reacción valerosa firme, ultimando lo que era solo intención inicial para esa voluntaria, pero excepcional, acción dominadora. Surge así el Valor como actuación neuronal (psíquica) preferente. Pero quizás haya algo más que esa fuerza preferente en el caso de la mujer.

Notas:
(1) La Plaza de Toros de Cabra (Córdoba) fue escenario de la corrida en la que Juanita Cruz actuó con el diestro, con el divo cordobés, en su presentación, el domingo 16 de Abril de 1931.  ¡Que coincidencia! Fueron fechas después de que Jean Batten hubiera realizado “la gran gesta”.

(2) “Alone in the Skies”. La Batten que en los años de 1930 cruzó sola en su pequeño aeroplano, tierras y océanos desde Inglaterra hasta… Australia, sin más instrumentos de navegación que unos mapas, una brújula y un reloj, lo hizo superando el interminable silencio de días y noches. La travesía fue nada menos que de once días y media hora… de resistencia física y mental. Sus “cornadas” importantes fueron al menos dos: Se quedó sin combustible en las afueras de Roma, y sobrevivió al percance de Karachi (India) cuando falló el motor de su aeroplano en medio de una tormenta de arena.  Murió esta heroína que protagonizó la gesta aérea más audaz de su tiempo, sola en un hotelito de Mallorca a causa de la mordedura infestada de un perro.

(3) Esta resistencia a que las mujeres con méritos sean reconocidas desde un primer momento no es cosa del pasado.  Es el caso, relativamente reciente, de la bióloga Lynn Margulis (Lynn Alexander), esposa de Carl Sagan.  Hasta hace poco tiempo ha existido una obstinada oposición a sus trabajos sobre la evolución, aunque finalmente han sido reconocidos por su fuerza intelectual. Unos trabajos encaminados a matizar, a perfeccionar el darwinismo, mejor, el neo darwinismo.

Inaudito. Es esto lo que con ella pasó: El manuscrito con el contenido científico de su primer trabajo estuvo retenido seis meses para su publicación y al final… los “sabios”, que lo leerían por turnos, se lo rechazaron. ¿Cuántas? ¡Quince veces! No acabó aquí el desaire. Aún tuvo que esperar dos años para que una “caritativa” editorial accediese a la publicación “Origin of mitosing cells”. Tampoco quedó aquí la cosa y su calvario profesional continuaría. Dos años después redactó un nuevo tratado y los nuevos expertos de un nuevo turno lo leyeron y…lo desaprobaron. Se lo devolvieron sin la menor excusa y eso que su aportación científica además de racionalmente ingeniosa se presentaba como, “Endosimbiosis seriada”, una teoría cuya intitulación ya advertía de su atractiva naturalidad… al menos, si no intuían lo que sería un “darwinismo evolucionado”, podrían haberse acordado –ya que eran del gremio- de la exclamación de Thomas Huxley.